A 3 horas de viaje de la ciudad de Valledupar, al norte de Colombia queda Nabusímake, que en idioma
arhuaco significa Tierra donde nace el sol, una experiencia única que hay que
vivir para poder comentar.
Si bien es cierto que en el mundo hay lugares hermosos y paradisiacos,
Colombia es uno de los países privilegiado por Dios, y es Nabusimake uno de estos paraísos. Para llegar allá, desde Valledupar es necesario subir hasta el pintoresco corregimiento de Pueblo
Bello. Allí comienza a cambiar el
paisaje, que se hace más verde y el ambiente toma un olor natural y particular que no he
sentido en otro lugar, como a hojas, como a tierra.
Un campero trepa montañas son los encargados de transportarnos, a
medida que ascendemos el paisaje se
matiza de colores intensos y las gotas
de rocío tocan la faz como remojando los
pensamientos, el contraste del
clima entre el frío y los rayos del sol que penetran a través de las espesas ramas de árboles inmensos, se mezclan entre
las revueltas de un camino destapado, momentos mágicos, que quisiéramos
perdurar en el tiempo. Al llegar nos encontramos con una fortaleza de piedra, los urakus (casas) de paredes de bahareque, madera,
techos de paja,
unas al lado de las otras, forman un poblado de 60 casas redondas,
cuadradas o rectangulares, con una pequeña oficina-hospital, comisariato,
cárcel; a ellos no les hace falta nada, sobre todo el conocimiento del equilibrio
entre el hombre y la naturaleza. Nosotros los hermanos menores le estamos haciendo daño a la madre tierra; Serankua
(Padre de la tierra) dijo: cancelar las
deudas que tenemos con la naturaleza, hemos comido las frutas, las hortaliza,
hemos utilizado los minerales, sin consultar con el dueño que es zerankua. Al llegar hay que pedir permiso ante la
autoridad que es el corregidor, sin el no podemos caminar sus calles empedradas,
o tomarles fotos; los visitantes nos
tenemos que ceñir a sus normas, hay que respetar sus aguas, sus árboles, para eso están los cabos y semaneros
(policías tradicionales de los arhuacos)
ellos hacen cumplir sus leyes. Son una cultura que vive en función del respeto a la naturaleza.
Las aguas
heladas y cristalinas del Río San Sebastián, es apenas uno de los lugares
entrañable que posee está maravilla colombiana, tan cerca al cielo y tan
distante, que perdemos la noción del tiempo, un lugar que nunca se puede
olvidar, aunque este en el corazón de la tierra del olvido.
Isabel Patricia Vargas
isabe.vargaslara@gmail.com
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