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El calor sofocante de las once de la mañana no lo sentimos, en el ambiente se encontraba una felicidad inexplicable de orgullo ajeno; sin ser de allá se experimenta la emoción que bien pareciera como si el alma de las canciones se impregnaran en uno para admirar el paisaje patillalero.
A escasos 30 minutos de Valledupar, se abre paso una población orgullosa de haber parido hijos especiales, grandes exponentes de la música vallenata que hicieron de sus canciones poemas con historias para trascender a través del tiempo. Un breve recorrido por sus calles nos hace comprender que la musa inspiradora la encontraban en la sencillez de sus gentes, sus coloridas casas, el verdor de los palos de mangos, el silencio, el rumor del viento, el olor a tierra.
Patillal , donde nacen las canciones sentidas, que al oírlas sin tener el don de la voz, provoca cantarlas, es la invitación a conocer este pedazo de tierra que ha sido la inspiración de aquello que le cantaron con el corazón.
(*)Isabel Vargas Lara
isabel.vargaslara@gmail.com
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